El propósito
Cuando la vida cambia de golpe


Cuando la vida cambia de golpe —una noticia inesperada, un despido, una crisis familiar, un quiebre emocional— lo primero que se pierde es el propósito.
Lo que antes tenía sentido ahora queda suspendido: no sabemos si seguir, frenar, cambiar o esperar. La cabeza queda en blanco y lo urgente desplaza a lo importante.
No es que se pierde el propósito.
Es que el golpe mueve todo, y mientras se acomoda el mundo interno, el propósito queda mudo.
El sentido vuelve, pero vuelve cuando podemos mirar sin miedo lo que pasó… y lo que todavía puede pasar.
Cuando lo que te guiaba deja de servir
Qué pasa:
Un despido, una pérdida, un giro inesperado te deja sin dirección.
Salida:
Redefinir prioridades a corto plazo: salud, estabilidad, sostén.
El propósito necesita primero piso.
El impacto en la identidad
Qué pasa:
Un cambio brusco hace que ya no te reconozcas: “antes era esto, ahora ya no sé”.
Salida:
Distinguir rol de persona. El propósito se reconstruye desde lo que sabes hacer, no desde lo que perdiste.
Sobrevivir no es fallar
Qué pasa:
En crisis creemos que “solo estoy sobreviviendo”.
Salida:
Aceptar que el propósito a veces se reduce a sostenerse.
Sobrevivir es avanzar cuando no hay fuerzas.
El propósito como consecuencia, no como misión
Qué pasa:
Buscamos un “gran propósito” a la fuerza.
Salida:
Entender que después de un golpe, el propósito aparece haciendo, probando, moviéndote de a poco. No aparece sentado pensando.
Después del golpe, aparece lo verdadero
Qué pasa:
Las crisis borran lo accesorio.
Salida:
Mirar qué quedó en pie después del sacudón: ahí suele estar tu nuevo propósito.
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